El trabajo combina enfoques de distintas disciplinas, como los estudios de género, la sociología, la educación y las políticas públicas
La académica de la Escuela de Enfermería UC, Margarita Bernales, participó como investigadora principal en un proyecto desarrollado en el marco del programa InES Género, una iniciativa financiada por ANID que busca fortalecer el liderazgo femenino en la ciencia y reducir las brechas en investigación.
El trabajo de carácter interdisciplinario se titula “Indicadores de Equidad de Género en Carreras Feminizadas: Estudio de Caso en Enfermería, Trabajo Social, Pedagogía, Nutrición y Dietética”, y contó con la colaboración de las académicas Marcela González Agüero de Enfermería, Olaya Grau de Trabajo Social, Maili Ow de Pedagogía y Loreto Rojas de Nutrición y Dietética. Este proyecto propone una mirada crítica sobre las condiciones de equidad en carreras tradicionalmente feminizadas, en las que se detectan desigualdades estructurales que limitan el desarrollo profesional de las mujeres, a pesar de la mayoría numérica femenina entre estudiantes y docentes.
“La motivación principal surgió de una aparente paradoja: en carreras tradicionalmente feminizadas como Enfermería, Trabajo Social, Pedagogía o Nutrición y Dietética, donde la mayoría del estudiantado y del personal académico son mujeres, parecería que la equidad de género está garantizada. Sin embargo, investigaciones previas y testimonios informales revelaban que, a pesar de la sobrerrepresentación numérica de mujeres, persistían desigualdades estructurales, sesgos de género y barreras en el desarrollo profesional”, señala la académica de Enfermería UC.
Una mirada a la metodología
Durante el desarrollo del trabajo, se utilizaron metodologías cualitativas que permitieron explorar en profundidad las percepciones y experiencias de académicas en las carreras mencionadas.
Entre los hallazgos más relevantes se identificó la existencia de una carga de trabajo no reconocida, asumida mayoritariamente por mujeres, que incluye tareas administrativas, apoyo emocional a estudiantes y colaboración entre pares. Además, se evidenció la existencia de barreras al ascenso académico, dificultades para compatibilizar la vida profesional con responsabilidades familiares y una baja representación femenina en cargos de toma de decisión, a pesar de la mayoría numérica. También se detectó la falta de políticas institucionales adaptadas, como horarios flexibles, salas de lactancia o sistemas de evaluación sensibles al género. “Todo esto contribuye a una experiencia laboral desigual y a un malestar crónico, muchas veces naturalizado dentro de estas disciplinas”, señala Bernales.
Con respecto a cómo avanzar hacia una mayor equidad de género en contextos donde la mayoría del estudiantado y profesionales ya son mujeres, la académica plantea que “el primer paso es reconocer que la equidad de género no se agota en la paridad numérica. En contextos feminizados, es fundamental avanzar hacia una equidad estructural, lo cual implica redistribuir el poder, visibilizar y valorar el trabajo que hacen las mujeres dentro de las universidades, y generar políticas específicas que respondan a sus necesidades reales”.
La académica añade que esto puede incluir programas de liderazgo, mecanismos de conciliación entre vida personal y profesional y sistemas de evaluación con enfoque de género. “Además, es necesario incorporar una perspectiva interseccional, que considere no solo el género, sino también otras dimensiones como la edad, la maternidad, el origen socioeconómico o la identidad sexual”, agrega.
Margarita Bernales resalta que los hallazgos del estudio no solo aportan a la comprensión académica del fenómeno, sino que también pueden contribuir a transformar las condiciones dentro de las universidades. “Las universidades deben reconocer que la equidad de género también implica transformar las culturas organizacionales, redistribuir las tareas y generar condiciones materiales y simbólicas para que las mujeres puedan desarrollarse plenamente”, concluye.