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Lilian Ferrer: “Debemos instalar una cultura de internacionalización que sea transversal a toda la UC”

Abril 24, 2020


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En diferentes momentos de su vida, Lilian Ferrer Lagunas (45 años) se ha vuelto a encontrar con una constatación: las circunstancias y los caminos la conducen siempre a relacionarse con otros países y personas del mundo. “De alguna manera siento que yo misma soy producto de la internacionalización”, dice quien asumió el 1 de abril el liderazgo de la nueva vicerrectoría adjunta de Relaciones Internacionales en la UC.

Por supuesto, no se trata de una situación fortuita, sino que de una exposición que ella comenzó a explorar tempranamente como alumna del colegio San Gabriel (Saint Gabriel’s School). Atraída por la cultura británica tuvo la oportunidad de vincularse con personas de otros países y comenzó a interesarse por lo que pasaba en el mundo, lo que consideraba acercarse a proyectos sociales. De pequeña acompañó a su madre, quien trabajaba en aquella época como voluntaria en el Hospital Roberto del Río, en un programa para niños que padecían enfermedades oncológicas.

Aunque sus intereses eran muy diversos -abarcaban desde la ciencia a la literatura y la poesía- fue esta experiencia de voluntariado la que determinó su opción por estudiar Enfermería-Obstetricia, una carrera que, según Ferrer, permite integrar varios ámbitos de la vida y también acompañar a personas en situaciones muchas veces complejas. “La enfermería implica estar para otras personas, servir y eso es algo que siempre me ha motivado en la vida”, afirma la vicerrectora.

Si había algo que tenía muy claro es que quería estudiar en la UC. “La universidad ofrecía programas de estudios muy completos y me interesaba pertenecer a una institución de inspiración católica que buscara contribuir y hacer un bien a la sociedad. A mi juicio eso es justamente la Universidad Católica, un espacio universal”, explica.

De Santiago a Chicago

Durante su paso por la universidad, rápidamente entró en contacto a través del grupo de investigadores con el trabajo internacional. Como ayudante, la directora de la carrera de la época, Ilta Lange, a quien Lilian Ferrer califica como una mujer visionaria, la acompañaba en actividades internacionales y en la acogida de invitados extranjeros. “Casi sin querer, me di cuenta que nuevamente, al igual que en el colegio, se repetía el patrón de vinculación con otras culturas y áreas del conocimiento”, cuenta.

Poco después de recibirse de enfermera-matrona, tomó junto a su esposo e hijo mayor la decisión de radicarse en Chicago. Si bien su intención inicial cuando llegó en diciembre 1998 era ser dueña de casa, en febrero ya estaba trabajando en el empoderamiento de las comunidades inmigrantes, conformadas mayoritariamente por familias mexicanas y puertorriqueñas. Posteriormente inició un magíster en Ciencias de la Enfermería en la Universidad de Illinois en Chicago, el que profundizó en el ámbito de la salud comunitaria y que culminó con un programa de doctorado en la misma institución en la Escuela de Salud Pública. Paralelamente, participó en la investigación del VIH/SIDA e impulsó un trabajo en el ámbito de la prevención de esta enfermedad en las comunidades latinas de los Estados Unidos, que son especialmente vulnerables por su condición de inmigrantes.

Hasta el día de hoy participa junto a su familia en el Hogar Santa Clara, iniciativa que apoya a niños afectados por el VIH. Asimismo, pertenece a la agrupación Fray Andresito que apoya a personas en situación de calle. “Algo que aprendí de científicos de mucha trayectoria en Europa y Estados Unidos es que no basta con hacer investigación con fines académicos, es necesario encontrarle un sentido conectado con la realidad social”, dice.

La vicerrectora cuenta que producto del trabajo con investigadores estadounidenses, europeos, latinoamericanos, y asiáticos, generó también muchos lazos de cariño que se mantienen hasta hoy. Cuando comparte en familia o con amigos en su casa nunca faltan los recuerdos, las anécdotas, e incluso recetas de alguno de los cinco continentes que ha visitado. Así como reconoce la importancia que ha tenido la internacionalización en su vida, pues le ha permitido conocer otras realidades y ampliar su perspectiva, explica que se trata de un proceso que le ha permitido conectarse con Chile. “Cuando tienes la posibilidad de vivir o visitar otros países uno aprende a valorarse a sí mismo y a su país”, dice. Recuerda haber escuchado en una oportunidad el himno nacional en el consulado de Chile en Chicago y haberse emocionado hasta las lágrimas. “Desde ahí que siempre lo canto con la mano sobre mi corazón”, agrega.

Retorno al país

En 2004 regresó a Chile y tras concluir su tesis de doctorado sobre movimientos sociales asociados al VIH/SIDA (tras ser becada de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos), Lilian Ferrer se convirtió en la coordinadora internacional de la Escuela de Enfermería. En dicho cargo profesionalizó el trabajo de internacionalización de la unidad académica llegando a crearse la Dirección de Asuntos Internacionales. Aquí se formaron programas de intercambio académico y estudiantil, además se generaron alianzas en el ámbito de la investigación con instituciones de educación extranjeras como la Universidad de Miami (donde es profesora adjunta), Boston College, Australian Catholic University, Universidad de Sao Paulo,Haute Ecole de Sante Vaud de Suiza, Universidad de Bethlehem de Palestina, entre otras.

El interés por lo internacional es algo que ella también promueve al interior de su familia. Cada vez que tiene la oportunidad de viajar, trata de sumar a su marido o alguno de sus ocho hijos. El mayor de ellos reside en Alemania y con el resto de la familia, incluida su hija adoptiva de Mozambique, conversan largo y tendido sobre otros países que desearían visitar y comparten una raclette, un tipo de queso semicurado de origen suizo, mientras intentan tocar una gaita traída de Escocia. “Siempre trato de subirlos al carro de la internacionalización, uno debe ser consistente en esta vida”, enfatiza. Y justamente el proceso de internacionalización de la Universidad Católica es su desafío como vicerrectora de Relaciones Internacionales.

¿Cuál es el objetivo principal de la vicerrectoría de Relaciones Internacionales?

-Uno de los objetivos principales es que debemos instalar una cultura de internacionalización a través de un proyecto integral que sea transversal a toda la universidad. Con una cultura global me refiero a que es importante abordar y promover la internacionalización desde las distintas áreas de la universidad y que toda la comunidad UC se sienta parte de esta mirada, hablo de estudiantes, académicos, profesionales y administrativos. A mi juicio, la internacionalización no sólo se trata de salir o viajar al extranjero, sino de tener una mirada en la cual se promueva una cultura global en el corazón de nuestra comunidad.

A menudo se piensa que la internacionalización está circunscrita al intercambio de estudiantes o se refiere a la colaboración en la investigación…

-Es mucho más que eso. Se trata de un trabajo participativo en el que pienso que toda la comunidad debe sentarse a reflexionar sobre cómo queremos ser percibidos en el exterior, sobre cómo vamos a convertirnos en personas culturalmente competentes. Por ejemplo, cómo ofrecemos espacios de encuentro que respeten la diversidad cultural; cómo acogemos y colaboramos con personas de otras universidades, de otros países; cómo salimos exitosamente del espacio de confort. Al final del día, la internacionalización es una responsabilidad de todos al interior de la comunidad. Ser competentes culturalmente es una herramienta invisible que es muy eficaz para mejorar la productividad profesional y científica. Tiene que ver con desempeñarse adecuadamente como persona y profesional en un mundo donde no hay fronteras. En tal sentido en la UC estamos formando profesionales para el mundo. Asimismo, es importante que nuestros profesionales y administrativos sean culturalmente competentes, pues van a poder acompañar de manera óptima a los estudiantes extranjeros que recibimos todos los años, o apoyar a nuestros académicos en sus labores internacionales.

¿Qué ventajas brinda esta competencia cultural que mencionas?

-En mi caso, la internacionalización me permitió crecer y desarrollarme tanto personal como profesionalmente. También me di cuenta de esto cuando instalé los programas de intercambio y acompañé a estudiantes de enfermería, medicina y kinesiología al extranjero, generaron la capacidad de identificar aspectos o elementos que podrían utilizar para realizar cambios y estrategias positivas en nuestro país, pero además valoraron lo que somos. Personalmente hoy valoro lo que soy y lo que somos como país, pero también me doy cuenta que en el mundo de hoy, no podemos vivir aislados del resto, sino que debemos acompañar, compartir y trabajar por una sociedad que brinde un mayor bienestar para todos. Una comunidad integrada, sin límites geográficos ni creencias específicas, solo partiendo de un denominador común que busque el bienestar al interior y exterior de nosotros mismos. La idea es construir dinámicas que modelen relaciones con otros independiente de la procedencia y que construyamos sistemas virtuosos donde reconozcamos y valoremos lo nuestro, lo compartamos y acojamos a los demás.

¿Cómo estará conformada la estructura de esta nueva vicerrectoría?

-Hoy tenemos dos proyectos de internacionalización que están siendo coordinados por las vicerrectorías de Investigación y Académica, además de un sólido programa de intercambio estudiantil. Entonces necesitamos integrar estas iniciativas y plasmarlas en una estrategia fundamental que nos permita un posicionamiento internacional que represente oportunidades de crecimiento. Por otro lado, me parece importante reiterar que es un proyecto en el que debe participar toda la comunidad, generar un diagnóstico participativo que nos permita instaurar un proceso de internacionalización integral, acompañado de una estructura transversal que sea acogedora y con un fuerte énfasis en el trabajo equipo. Para instalar una cultura de internacionalización es importante que todos nos escuchemos y contribuyamos a un sueño común.

Estamos atravesando un escenario complejo, marcado por una pandemia que ha afectado a todo el mundo. Se ha criticado la falta de colaboración entre países, ¿cómo pueden las universidades aportar en esta cooperación internacional?

-En un mundo global, y frente a desafíos como los que vivimos hoy, uno no puede trabajar solo, es necesario estar en contacto permanente con socios estratégicos al interior y exterior del país, asimismo estar presentes en organizaciones internacionales donde se establecen directrices de trabajo a nivel mundial. Las redes son claves para lograr el éxito, en ese sentido es importante evaluar de manera permanente nuestras alianzas persiguiendo un equilibrio entre lo que podemos recibir y lo que podemos entregar. En el caso de la crisis provocada por el Covid-19, es una oportunidad de lograr cohesión en el mundo. Nuestro Programa de Salud Global, por ejemplo, está trabajando junto a nuestra Red de Salud en la elaboración de material de capacitación para equipos de salud, en varios idiomas, que serán distribuidos en diversos países. Lo mismo ocurre con la distribución que se ha realizado de las directrices éticas para el cuidado de las personas, documento desarrollado por nuestro rector Ignacio Sánchez; además de otras iniciativas, como el desarrollo de cicladores de ambú para el apoyo ventilatorio por parte de la Facultad de Ingeniería que contó con el apoyo del MIT. Al final, la internacionalización debe servir para acercarnos, colaborar y poder responder a las necesidades que tiene cada uno de manera oportuna, generando un mayor bienestar. Un trabajo internacional en momento de crisis da espacio para una coreografía con participantes del mundo, siempre que nazca y desemboque en un sistema con dinámicas que aporten a nuestro bienestar y el de otros.

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